Una manada de lobos irrumpe en una escuela primaria y una profesora llora al ver lo que lleva uno de ellos en la boca

Haciendo caso omiso de las frenéticas protestas de los policías, Tina dio un tímido paso hacia la manada. «No se acerquen», gritó un agente, con voz de pánico. Pero la intuición de Tina le decía que los lobos no querían hacerle daño. Levantó una mano hacia los agentes, indicándoles que no se movieran. «Confíen en mí», dijo, con voz tranquila pero decidida.

Con el corazón palpitante, Tina siguió a la manada mientras la sacaban por la puerta principal hacia el exterior. El aire frío le mordía la piel, pero apenas lo notaba. Los lobos se movían con determinación y su líder miraba de vez en cuando hacia atrás para asegurarse de que la seguía. Detrás de ella, oyó el ruido de los policías que retrocedían asustados y sus gritos se desvanecían en la distancia.