Un hombre tuvo que sacrificar a su perro porque no tenía dinero para el tratamiento, pero el veterinario hizo algo inesperado

El encargado lo miró con simpatía y sacó dinero de la caja registradora. A Derrick se le revolvió el estómago cuando vio que el último fajo sólo ascendía a la mitad de lo que necesitaba. La desesperanza le oprimía el pecho como un peso. Lo había dado todo, pero seguía sin ser suficiente para salvar a Rusty.

Acunando la escasa suma, Derrick sintió que las lágrimas le punzaban los ojos. Murmuró un ronco gracias, con los hombros caídos por la derrota. Cuando se dio la vuelta para salir de la tienda, se preparó para la inminente eutanasia de Rusty. Todo su cuerpo le pedía a gritos que descansara, pero la rendición parecía inevitable.