Un veterano es acosado por una empresa constructora para que venda su casa; cuando se niega, lo llevan demasiado lejos

Se acomodó en la silla, cogió un lápiz e intentó retomarlo donde lo había dejado. Apenas había trazado unas líneas cuando sonó el timbre de la puerta. El agudo sonido cortó la quietud de la casa. Walter frunció el ceño, dejó el lápiz y se secó las manos con un trapo.

Casi nunca venía nadie sin avisar. El cartero tocaba la bocina desde la carretera si traía algún paquete. Los vecinos, los pocos que había, solían llamar primero. Cruzó el salón y abrió la puerta.