Se le fue el color de la cara. Intentó estabilizarse, con los dedos agarrando su bastón como si se anclara a algo real. Sus ojos no se apartaron de la imagen, ni siquiera cuando Elise bajó el teléfono. Su expresión era una mezcla de asombro y dolor que Elise no entendía.
Mara susurró: «¿Está bien?» Elise no estaba segura. El veterano apretó los labios con fuerza, luchando contra una oleada de emoción que parecía fracturar su compostura. Nunca había visto a nadie responder a una foto con tanta intensidad. Era como si hubiera visto un fantasma.
