Entonces, sin previo aviso, una foto en blanco y negro llenó la pantalla: su abuela a los veinte años, con los ojos brillantes, el pelo bien peinado y el mismo colgante que ahora llevaba Elise. Habían encontrado la vieja foto mientras limpiaban el funeral de su abuela. Mara había hecho una foto para enviársela a los familiares.
Pero lo que debería haber sido un momento cálido cambió de repente. La reacción del veterano fue instantánea. Su respiración se entrecortó, lo bastante fuerte como para que Elise se diera cuenta. Se quedó mirando la pantalla con una expresión tan cruda y desprevenida que Elise tapó instintivamente el teléfono, confundida y alarmada por el repentino cambio.
