Más tarde, Emily tarareó una melodía desconocida mientras coloreaba. Cuando Michael le preguntó dónde la había aprendido, ella respondió inocentemente: «Él me enseñó» A Michael se le apretó el pecho. Sarah intervino rápidamente: «Probablemente de sus dibujos animados», pero Emily negó con la cabeza antes de callarse, como si se diera cuenta de que había dicho demasiado.
El garaje olía ligeramente a tabaco, aunque ni Sarah ni Michael fumaban. Michael revisó las papeleras y encontró colillas enterradas bajo papel arrugado. «Quizá un técnico», sugirió Sarah con una alegría forzada. Pero el olor era fresco, lo bastante reciente como para que a Michael se le erizara la piel. Quienquiera que fuese, había estado aquí muy recientemente.