Aunque vivía en la calle, se había sometido a revisiones sanitarias y esterilización, lo que sugiere que tenía una familia anterior. La rutina diaria de Boji consistía en explorar distintos lugares en busca de comida, y la gente estaba más que contenta de darle golosinas. Su popularidad creció y se convirtió en una sensación de Internet con sus propias cuentas de Instagram y Twitter, atrayendo a miles de seguidores.
Cuando el fotógrafo Chris McGrath supo de la existencia de Boji, viajó a Estambul para ver al perro en persona. Chris descubrió que los viajes de Boji no se limitaban a su rutina diaria, ya que incluso había hecho un viaje de fin de semana a la Isla Princesa en ferry. Boji demostró saber qué ferry elegir e incluso tenía un lado preferido del ferry en el que viajar.
