Cuando las palabras calaron hondo, John sintió una extraña sensación de validación. La criatura en su baño no era sólo una serpiente normal, era algo mucho más importante que eso. Sus ojos se encontraron con los de Sam al otro lado de la habitación, una comprensión mutua pasó entre ellos. Su mundo había cambiado irrevocablemente, pero no estaban solos en él.
A medida que la noche se cernía sobre la pintoresca ciudad de Maplewood, la tranquila calma que normalmente llenaba la casa de John se rompió. Se produjo una oleada de actividad, con funcionarios del gobierno pululando por su salón, sus rostros severos y sus movimientos precisos. Iban armados con un arsenal de máquinas, algunas reconocibles, otras totalmente extrañas. Todas tenían una característica común: su aspecto era elegante y afilado, como el de la tecnología avanzada.