Este no era su primer viaje juntos. Cada vez que Liam necesitaba dirigirse a alta mar para investigar, reservaba un velero, siempre a vela, nunca a motor. El zumbido de un motor perturbaba la vida misma que estaba estudiando, así que en su lugar confiaba en la silenciosa fuerza del viento. Y cuando se trataba de patrones, llamaba a Ethan.
Otros marineros eran más baratos, quizá más jóvenes, pero Liam había aprendido rápidamente que la experiencia contaba más que los ahorros cuando el océano se ponía feo. Ethan había sido una vez un marinero competitivo, cuando las regatas y los trofeos le definían.