Detrás del cobertizo había un estanque poco profundo que solía ser decorativo. Ahora era más funcional que bonito, con algas en los bordes y hojas flotando en el agua. No estaba sucio, pero tampoco estaba filtrado. Y eso estaba bien. No buscaba lo prístino. Buscaba algo memorable.
Clarence pasó el día siguiente preparándose en silencio. No se lo dijo a nadie, ni siquiera a Jordan, el chico de la calle de abajo que a veces le ayudaba con las tareas del jardín. No quería testigos, ni chismes. Sólo resultados. Cuanta menos gente lo supiera, mejor funcionaría.