Unas semanas más tarde, Leah dio a luz a una niña sana. Con su hija en brazos, Leah sintió una inmensa alegría y paz. Reflexionó sobre lo lejos que había llegado, no sólo por Samuel, sino también por su creciente familia y su futuro.
Samuel visitó a Leah en el hospital y le trajo un pequeño ramo de flores silvestres que él mismo había recogido. Volvió a dar las gracias a Leah, esta vez con una tranquila confianza y esperanza en el futuro. Compartieron una sonrisa, sabiendo ambos que sus vidas habían cambiado para siempre a raíz de aquel encuentro inesperado.