Una taxista embarazada ayuda a un indigente a ir al hospital y a la mañana siguiente lo ve en las noticias

Sin embargo, Leah había pasado por alto una de las tácticas de investigación más básicas: vigilar la escena del crimen. A menudo, los delincuentes regresan al lugar de sus crímenes movidos por un retorcido sentimiento de apego o por la necesidad de revivir sus fechorías. Este descuido pronto le saldría caro a Leah.

Sin que Leah lo supiera, el verdadero atracador había estado merodeando por la zona, observando todos sus movimientos. Se había percatado de sus insistentes preguntas a los vendedores y residentes, y cada vez le daba más miedo que sus investigaciones de detective aficionada le descubrieran. La determinación de Leah de ayudar a Samuel había captado sin querer la atención del atracador.