Una taxista embarazada ayuda a un indigente a ir al hospital y a la mañana siguiente lo ve en las noticias

La anciana, desorientada y aterrorizada, debió de confundir a Samuel con el atracador en su pánico y lo denunció a la policía. Leah se dio cuenta de lo fácil que era malinterpretar las buenas intenciones de Samuel en el caos de la escena del crimen.

Leah sintió una oleada de triunfo al salir de la tienda, convencida de que por fin había reunido las pruebas necesarias para demostrar la inocencia de Samuel. Con la memoria USB en la mano, creía que el misterio estaba resuelto y que el calvario de Samuel estaba a punto de terminar.