Una taxista embarazada ayuda a un indigente a ir al hospital y a la mañana siguiente lo ve en las noticias

Decidida a no rendirse, Leah empezó a llamar a las puertas de los negocios cercanos, preguntando si alguien había presenciado el incidente. La mayoría negaban con la cabeza, afirmando que no habían visto ni oído nada raro ese día.

Los repetidos rechazos fueron desalentadores, pero Leah siguió adelante, sabiendo que el destino de Samuel dependía de su perseverancia. Leah se dirigió entonces al albergue para personas sin hogar, donde habló con el personal y los residentes.