Una taxista embarazada ayuda a un indigente a ir al hospital y a la mañana siguiente lo ve en las noticias

A medida que Leah profundizaba en el caso de Samuel, las preocupaciones de Kendall se hacían más intensas. No podía deshacerse de la sensación de peligro inminente para Leah y su hijo nonato. El miedo constante le carcomía y luchaba por contener su creciente preocupación.

A pesar de las sinceras súplicas y la creciente preocupación de Kendall, Leah se mantuvo inflexible en su empeño por ayudar a Samuel. Su sentido del deber y la compasión la impulsaban a seguir adelante, y no podía dar la espalda a alguien que lo necesitaba.