Después de lo que pareció una eternidad, Leah recibió por fin un rayo de esperanza. Un agente se le acercó para informarle de que podía ver brevemente al vagabundo. El corazón de Leah se aceleró mientras seguía al agente, más decidida que nunca.
El corazón de Leah se aceleró cuando entró en la habitación donde estaba Samuel. Samuel la miró desconcertado. «¿Por qué estás aquí?», preguntó, con la incredulidad evidente en su voz. Leah tomó aire y explicó su teoría, convencida de que las noticias habían pintado un cuadro incompleto.