Un profesor jubilado se cansa de que la gente use su piscina sin consentimiento, así que decide darles una lección

Su voz llevaba el peso firme de un hombre que había enseñado reglas toda su vida. «El agua estaba sucia. La bomba estaba atascada con basura. Les advertí de que iba a poner en peligro la piscina y que no sería seguro. Decidieron meterse de todos modos»

Los agentes miraron entre ellos, los vecinos chisporroteando, Arthur tranquilo e inmóvil. Finalmente, uno de los agentes preguntó: «¿Les advirtió?» La esposa vaciló y luego espetó: «Está obsesionado con esa piscina. Siempre nos está molestando.