Pensaba que estaba solo en el hielo hasta que apareció una morsa gigante

«¿Qué hacemos con él?», preguntó el otro, esta vez más bajo. «Todavía no lo sé», respondió el primero, encogiéndose de hombros. «Depende de lo que tarden en llegar los demás» La forma en que lo dijo heló a Caleb más que el frío. No se trataba de «si», sino de «cuándo».

¿Y si los demás llegaban antes de que llegara la ayuda? ¿Y si movían a los animales? ¿Y si lo silenciaban y desaparecían en el hielo antes de que nadie pudiera detenerlos? Volvió a mirar al ternero. Le estaba observando. Igual que antes lo había hecho el adulto. Como si esperara que él hiciera algo.