Chilló con fuerza y empujó la cabeza hacia delante, abriendo la puerta por sí sola. El metal crujió y cayó al suelo con estrépito. El chillido del ternero resonó cuando se soltó de la jaula, haciendo sonar la puerta metálica tras de sí.
Los gritos resonaron por todo el campamento mientras los hombres se apresuraban a ver qué había ocurrido. Las linternas bailaban salvajemente. Caleb se agachó, con el corazón acelerado, y corrió hacia una mesa de trabajo cercana llena de equipo. La morsa adulta apareció segundos después, irrumpiendo en el campamento con un bramido profundo y retumbante.