Pensaba que estaba solo en el hielo hasta que apareció una morsa gigante

Caleb esperó hasta que los hombres se adentraron en el campamento, distraídos por el fuego y por el trato que estaban discutiendo. Se mantuvo agachado y se movió a lo largo del borde posterior de un banco de nieve, dando amplias vueltas para evitar la línea de visión directa desde las tiendas.

La jaula estaba a unos quince metros. Se detuvo detrás de una pila de cajas de madera, con la respiración entrecortada. El ternero que había dentro estaba quieto, temblando. Caleb buscó una cerradura y vio un candado cerca de la base. Parecía viejo, quizá fácil de romper.