Esta anciana vive en un viejo cobertizo, ¡pero espere a ver su interior!

Al principio, los niños se mostraron escépticos. «No puede ser», dijo Owen, con los ojos entrecerrados por la incredulidad. «Nos estás tomando el pelo» Pero James no se echó atrás. Lo explicó todo -el caldero, los huesos y el pelo-, dibujando un cuadro de lo que había aprendido. Poco a poco, la curiosidad de los otros niños empezó a pesar más que sus dudas.

Finalmente, decidieron ir a ver el cobertizo por sí mismos. Con James a la cabeza, cruzaron el patio, con pasos vacilantes pero curiosos. Al entrar en el cobertizo, sus dudas se disiparon. No se parecía en nada al lugar oscuro e inquietante que habían imaginado. En cambio, era cálido y acogedor, lleno de atrapasueños hechos a mano y del aroma de hierbas frescas.