Esta anciana vive en un viejo cobertizo, ¡pero espere a ver su interior!

Cuanto más se acercaba, más pesados se sentían sus pasos. Cuando llegó a la valla, se detuvo y miró por un hueco. La pelota estaba cerca de la puerta trasera, pero no fue sólo la pelota lo que llamó su atención. El cuchillo, los huesos envueltos en ramitas y el caldero en el rincón más alejado hacían que el aire se sintiera cargado de terror. Las piernas le flaqueaban.

Estar tan cerca del cobertizo con todos los objetos extraños a la vista hizo que su coraje se evaporara. Pero justo cuando sus pies empezaban a girar hacia la seguridad de la calle, una voz ronca y débil rompió el silencio. James se quedó paralizado, con todos los músculos del cuerpo bloqueados. La voz sonaba como la de alguien que sufre y pide ayuda desesperadamente.