Esta anciana vive en un viejo cobertizo, ¡pero espere a ver su interior!

James no era creyente. Se negaba a creer que hubiera magia de verdad. Pero las cosas que acababa de ver -los símbolos, los huesos, el caldero- le revolvían el estómago de un modo que no podía ignorar. Puede que la anciana no fuera una bruja, pero sin duda había algo que no era normal en ella. El cobertizo, los objetos, las cosas que había encontrado… empezaba a creer que había algo más de lo que esperaba.

Mientras James estaba allí, con los ojos fijos en los extraños objetos del patio, un crujido procedente de la puerta del cobertizo le sobresaltó. El corazón le dio un vuelco cuando la anciana salió al patio. Sin pensarlo, James se agachó detrás de un árbol cercano, con la respiración entrecortada.