James se detuvo, su ritmo cardíaco se aceleró. ¿Por qué tenía huesos pequeños? Cuando se apartó de la valla para ver mejor, vio más cosas. Había un pequeño cuchillo en el suelo y, junto a él, un cáliz oxidado, viejo y extrañamente clavado en la tierra. No eran objetos al azar. James sabía por su videojuego DnD que las brujas utilizaban estas cosas para sus rituales.
Pero fue al mirar más atrás en el patio cuando se le cortó la respiración. Allí, sobre la estufa de ladrillo, había una gran olla negra, la misma que Ethan había descrito. Estaba encima de una estufa improvisada, oscura y desgastada, y algo burbujeaba en su interior. El olor, tenue pero inconfundible, era agrio. No se parecía a nada que hubiera encontrado antes.