Un vecino llamó a la puerta a las 5 de la mañana y le dijo: «Hoy no vayas a trabajar. Confía en mí» – Al mediodía, entendió por qué..

Inmovilizado y sin ningún sitio adonde ir, Calder hizo una última apuesta: cargar contra Evan en lugar de contra los agentes. Evan se preparó cuando Calder se abalanzó, con los ojos desorbitados, gritando: «¡Él me arruinó y yo te arruinaré a ti!» Evan se apartó instintivamente mientras los agentes tiraban a Calder al suelo.

La lucha fue brutal y desesperada. Calder luchó como un hombre asfixiado por la verdad que le alcanzaba. Pero en cuestión de segundos se vio obligado a ponerse boca abajo, esposado, silenciado bajo el peso de los agentes armados. Evan se quedó helado, viendo cómo el hombre que había matado a su padre era finalmente sacado de las sombras.