Un alce irrumpe en el hospital: una enfermera rompe a llorar por lo que ve en su cornamenta.

El gran tamaño de la criatura y su inesperada presencia bastaron para dejar la habitación en completo silencio, salvo por el suave ruido de los plásticos al agitarse con la brisa. Julie parpadeó, insegura de si lo que estaba viendo era real.

Los avistamientos de alces no eran inusuales en esta parte del país, pero ¿uno entrando en un hospital? No se lo esperaba. El alce avanzó hacia el interior, sus pezuñas chasquearon contra el suelo de baldosas, y se detuvo. Sus ojos oscuros e inteligentes recorrieron la habitación antes de posarse en Julie.