Sus dedos temblaban ligeramente mientras escribía un mensaje apresurado a su amigo Peter, el veterinario de confianza del pueblo. Su instinto le decía que él tenía que saber lo que estaba pasando, aunque ella ya podía predecir su reacción.
Un alce acaba de entrar en el hospital. Plástico enredado alrededor de sus cuernos. Parece que necesita ayuda o está intentando decirme algo. La respuesta llegó casi de inmediato, la incredulidad clara en cada palabra.