El plástico estaba desgarrado, con los bordes dentados, como si lo hubieran arrastrado por ramas afiladas o terreno rocoso. Al pelaje del alce se le habían pegado terrones de barro y agujas de pino, lo que aumentaba la evidencia de una lucha.
«¿Qué te ha pasado?» Murmuró Julie, más como un pensamiento en voz alta que como una pregunta dirigida al animal. Se quedó mirando el plástico enredado en la cornamenta, la forma en que colgaba y captaba la luz en el estéril vestíbulo del hospital.