La niñera no sabía que la estaban grabando: la dueña no podía creer lo que vio

Marc permaneció oculto, paseando tranquilamente por el piso de arriba. Clara observó a Rosa moverse por la casa, tarareando mientras enderezaba una almohada en el sofá. Diez minutos después, llamaron a la puerta. Rosa se volvió, confusa. Clara abrió con calma.

Dos agentes uniformados estaban en el porche. «¿Rosa Aguilar?», preguntó uno. Rosa se puso rígida. «¿Sí?» «Tiene que venir con nosotros» Clara lo vio entonces, ese destello de pánico. De reconocimiento. Pero pasó rápidamente. Rosa asintió, serena de nuevo, y se dirigió hacia la puerta con elegancia.