Cogió su abrigo, salió por la puerta y se dirigió a la comisaría. Tenía las piernas entumecidas cuando llegó a la recepción, pero su voz se mantuvo firme. «Quiero denunciar a alguien», dijo. «Creo que me han engañado para que entregue un órgano»
El funcionario levantó la vista y parpadeó lentamente. «¿Dice que alguien la engañó… para que donara un riñón?» Casi sonrió, como si esperara un chiste. «Sí», respondió Maya, con voz temblorosa.