Ajustó meticulosamente la exposición de sus alimentos y atendió a sus clientes, pensando que alguien más acabaría ayudando a Joe. La idea de alejarse de su carro y ocuparse de la situación le parecía desalentadora, sobre todo dadas sus precarias circunstancias.
A medida que la luz de la tarde iba desapareciendo, las luces artificiales de la ciudad se encendían y proyectaban un cálido resplandor artificial sobre las calles. La muchedumbre de la tarde empezó a acumularse, una nueva oleada de gente fluyendo por la zona, cada uno absorto en sus propias rutinas y destinos.