Por fin se levantó, acunando el sobre contra su pecho. Las tablas del suelo gimieron bajo sus pasos mientras se dirigía hacia la puerta. El aire del ático se pegó a su ropa; polvo, edad y secretos finalmente liberados.
Se detuvo en el umbral, miró una vez más el baúl del rincón y susurró en la quietud: «Entiendo» Luego salió y cerró la puerta tras de sí, dejando por fin en el pasado el desván y el silencio de su padre.
