Nunca fui la favorita de mi padre-26 años después descubrí por qué

La frialdad, la distancia, la forma en que parecía incapaz de mirarla; ¿habría sido porque ella era un recuerdo de la traición en lugar de su propia carne y sangre? Se le hizo un nudo en la garganta. Casi podía oírle en su memoria, apartándola de su lado, rechazándola con aquel cansino gesto de la mano. Tal vez todo se debiera a que, en primer lugar, ella no le pertenecía.

Miriam agarró el cordel y respiró entrecortadamente. Se dijo a sí misma que tenía que saberlo, por doloroso que fuera. Durante toda una vida, el desván había estado cerrado contra ella; ahora, la verdad la presionaba desde dentro, esperando liberarse. Con un fuerte tirón, el cordel cedió y las fibras se rompieron en sus manos.