El marido no explica el extraño olor de sus manos hasta que su mujer descubre el secreto

Connor siempre había sido amable cuando surgía el tema. Incluso comprensivo, pero no ansioso. Le gustaba su vida tal como era. Pero Julia ya no podía ignorar su anhelo. Así que tomó la decisión: un plan de fertilidad completo, guiado por su ginecólogo, estructurado hasta el último bocado y cada aliento.

Lo eliminó todo: el alcohol, el azúcar, la cafeína y los alimentos procesados. Se levantaba con el sol para meditar, seguía obsesivamente su ciclo y registraba cada síntoma. Su médico aplaudió su compromiso. Pero a medida que adoptaba esta nueva disciplina, el futuro que deseaba no parecía estar más cerca. Pasaron los meses. Pero nada.