Chloe acababa de capturar una impresionante imagen del puente Golden Gate cuando se giró y vio a John arrodillado ante ella. Soltó un grito ahogado cuando los espectadores empezaron a aplaudir. Se le llenaron los ojos de lágrimas y, ahogada por la emoción, exclamó: «¡Por supuesto, me casaré contigo!»
Los meses siguientes fueron un torbellino de preparativos. Cuando llegó la primavera, ya estaban listos para su gran día. Su boda fue un acontecimiento fastuoso, al que asistieron seres queridos de cerca y de lejos. La pareja se dirigió hacia el altar, lista para prometer su amor y compromiso ante el sacerdote.