La mujer desaparece horas después de dar a luz: el instinto del marido le dice que revise su armario

Cogió el teléfono y marcó su número. El tono de llamada zumbó débilmente desde el interior de la habitación. El móvil estaba en la mesilla, con la pantalla oscura. Se lo había dejado olvidado No era Lina, no era la mujer a la que había besado hacía una hora. Era alguien… desequilibrado. Alguien corriendo sin un plan.

¿Depresión posparto? El pensamiento surgió de improviso, absurdo por lo repentino. No había habido ninguna advertencia, ninguna sombra en su sonrisa. Sin embargo, ¿cómo explicarlo? La imaginó vagando por los pasillos, abrazada a su hija. El pánico se apoderó de él: ¿tenía frío el bebé? ¿Tenía hambre? ¿Estaba a salvo?