El momento le pareció una eternidad mientras forcejeaba con la cerradura y las manos le temblaban incontrolablemente. Apenas podía soportar mirar dentro, su miedo y su esperanza se entrelazaban en una línea tensa e insoportable.
Cuando la puerta de la jaula se abrió, los ojos de Kiara se encontraron con la aterrorizada y familiar mirada de Luna. Al ver a su querida amiga, temblorosa pero viva, una oleada de alivio la invadió. La habitación, la traición y el horror pasaron a un segundo plano cuando Kiara extendió la mano, con el corazón henchido de una mezcla de alegría y tristeza.