Sentada en la tranquilidad de la noche, Julia reflexionó sobre su viaje. Recordó las decisiones que había tomado, las acusaciones que había soportado y cómo todo ello le había dado una familia inesperada. Al ver a Lucy y Billy dormir plácidamente, estaba segura de que lo volvería a hacer si tuviera que hacerlo.
Al final, Julia no sólo consiguió proteger a los niños que amaba profundamente, sino que también inculcó con delicadeza lecciones de empatía y comprensión en su comunidad. Llena de esperanza, aspiraba a haber provocado el cambio y creía que su ciudad se convertiría en un lugar mejor y más amable gracias a ello.