Cuando el océano se calmó y la adrenalina empezó a disminuir, Elena se sintió invadida por un profundo sentimiento de gratitud hacia la ballena jorobada que había acudido en su rescate.
En ese momento se dio cuenta de que, a pesar de los peligros que acechaban bajo la superficie, aún quedaban belleza y maravillas por descubrir en las profundidades del océano, una belleza por la que merecía la pena luchar con todas las fibras de su ser.
