Se detuvo, parpadeando contra la nieve en sus ojos. A Raymond se le aceleró el pulso y una línea de sudor frío le recorrió la espalda. Su primer pensamiento irracional fue pensar en osos. Al fin y al cabo, vivía en tierra de osos. ¿Podría haberse desorientado una cría y haberse desplomado en su jardín?
Pero no, la forma no era la correcta. El color demasiado pálido. Y además, ¿qué clase de oso estaría así al aire libre, en medio de una tormenta? Aun así… la idea de acercarse hizo que su cuerpo se tensara. Se quedó clavado en el sitio, con la nieve amontonándose sobre sus hombros, mirando fijamente la extraña forma.