El veterinario se reunió con Alan y juntos organizaron el traslado de los cachorros a un refugio de animales. El veterinario aseguró a Alan que el refugio les proporcionaría los cuidados necesarios para recuperar su salud y luego les ayudaría con su adopción.
En los días siguientes, Alan visitó con regularidad la consulta del veterinario para ver cómo estaba el gato, que poco a poco iba recuperando las fuerzas. En cada visita, el gato saludaba a Alan con energía renovada y pasaban tiempo juntos, la presencia de Alan era un consuelo constante para el animal que se estaba recuperando.
