Un hombre encuentra un gato a punto de congelarse, ¡pero lo que escondía bajo el vientre es increíble!

Sus dedos arañaban la nieve y el fango. El frío le mordía, entumeciendo la carne y robándole fuerzas. Llegó a la puerta del coche y golpeó el picaporte con manos heladas. La puerta se abrió con un chirrido. Con un último tirón alimentado por la desesperación, se arrastró a través del umbral. Por fin estaba dentro.

Alan se desplomó sobre los asientos, jadeando, gimiendo, mientras el dolor se agudizaba de nuevo. La vista se le nubló. El aliento del gato era ahora más débil, un pequeño soplo contra la manta. Buscó el teléfono a tientas, con las manos temblándole incontrolablemente. Marcó el número de emergencias. «Ruta 6… caída… gato… herido…» Su voz apenas era un susurro.