Un hombre encuentra un gato a punto de congelarse, ¡pero lo que escondía bajo el vientre es increíble!

Necesitaba algo, cualquier cosa, que pudiera atraer al gato sin provocarlo. En su mente se arremolinaban ideas descabelladas mientras escudriñaba los estantes desordenados. Sus ojos se posaron entonces en una vieja varita de plumas que había pertenecido al gato de un vecino años atrás.

Pensó brevemente en lanzárselo para distraerlo, creyendo que despertaría su curiosidad o le haría jugar. Pero el juguete era frágil por el paso del tiempo y temía que el gato lo viera como una amenaza o incluso lo ignorara por completo.