Un hombre encuentra un gato a punto de congelarse, ¡pero lo que escondía bajo el vientre es increíble!

No había tiempo que perder; la tormenta no haría más que empeorar, y el gato, junto con lo que fuera que estuviera protegiendo, no aguantaría la noche en condiciones tan brutales. La idea de que se congelaran allí fuera le inquietaba profundamente.

Alan sabía que no podía quedarse de brazos cruzados. Volvió a abrigarse y su determinación pudo más que el miedo. Caminó penosamente por la nieve hasta el cobertizo de su patio trasero, con el viento azotándole la cara mientras rebuscaba entre sus herramientas y provisiones.