Su determinación les hizo avanzar por el bosque. En un extraño claro, Hazel y el oso encontraron grandes jaulas que indicaban la intervención humana. Las jaulas abiertas y los arañazos en el interior hablaban de luchas recientes, y una pequeña jaula dañada sugería que el osezno que buscaban podría haberse escapado.
Hazel se volvió rápidamente hacia el campamento, con urgencia en sus pasos. En medio del caos del campamento, Hazel vio un dardo tranquilizante. Le vino un recuerdo crucial: el diario mencionaba unos alicates para tender trampas, ahora cruciales para desmantelarlas.