La veterinaria sonrió mientras suturaba a la serpiente, explicándole que probablemente se había tragado el osito pensando que era comida fácil. Por suerte, la operación fue un éxito y la serpiente se recuperaría a tiempo, para alivio de todos después del caos.
Aditya, todavía riendo, se volvió hacia su abuelo. «Bueno, supongo que ya no tendremos que preocuparnos por esa serpiente», dijo con una sonrisa. Su abuelo le devolvió la sonrisa, y la tensión que les había embargado durante días finalmente se disipó con el paso gradual de la tormenta.