Le estrechó la mano con fuerza, sintiendo un gran alivio. «Entonces déjame hacerlo bien», susurró. «Día a día. El tiempo que haga falta» Claire exhaló y una risa temblorosa se abrió paso entre sus lágrimas. «Más te vale», dijo, inclinándose finalmente hacia él. Le apoyó la frente en el pecho y la abrazó con fuerza.
Arriba, Ethan se revolvió y gritó somnoliento. Claire se apartó y se secó los ojos. Daniel le besó la mano antes de subir juntos las escaleras. En el umbral de la puerta, vieron a sus hijos enredados en mantas, respirando tranquilos, seguros. Claire le apretó los dedos una vez, en silencio pero con firmeza, una señal de que el perdón empezaba a arraigar.
