Su cara se quedó sin color. Por un momento se quedó mirando, como si las palabras no le hubieran llegado. Luego rió una vez, quebradiza. «¿Te oyes a ti mismo? Estás loco» Su voz se quebró, temblorosa. «Esos chicos te adoran. ¿Y estás aquí acusándome, acusándolos, porque encontraste una estúpida tarjeta?»
Las manos de Daniel temblaron. «No estoy loco. Las cosas no tienen sentido. Dime quién la escribió Dime por qué debería creerte» Su voz retumbó en la cocina. Claire se apretó las palmas de las manos contra la cara y luego las bajó, con las mejillas llenas de lágrimas. «¿De dónde viene esto, Daniel? ¿Por qué ahora?
