Se acercó despacio, rozando con los dedos los tallos de los cultivos cercanos. Algunos estaban aplastados. Otros se recuperarían. Aun así, sintió una punzada de irritación en el pecho. Permaneció cerca un rato, con los brazos cruzados, hasta que el conductor -un joven con capucha- salió de la tienda, dirigiéndose al vehículo.
«Buenos días», dijo Eli. El hombre dio un pequeño respingo, sorprendido. «Hola» «Sabes que esto es terreno privado, ¿verdad?» Eli dijo, no sin malicia. «No es realmente un lugar para aparcar» El conductor miró a su alrededor como si viera el campo por primera vez. «Oh. Lo siento, tío. No lo sabía. El aparcamiento de la tienda estaba lleno»