Un agricultor harto de aparcar ilegalmente en sus tierras: su venganza fue épica

A la mañana siguiente, mientras Eli se dirigía hacia el campo del sur, algo extraño llamó su atención: un pequeño coche plateado, medio metido en el borde de su propiedad. El suelo estaba húmedo por la ligera lluvia de la noche anterior, y los neumáticos del coche habían dejado profundas huellas en la tierra.

No era difícil averiguar qué había ocurrido. El aparcamiento de SilverMart se había desbordado y alguien -tal vez con prisas, tal vez por pereza- había decidido que el campo de Eli parecía una alternativa conveniente.